Madrid: La ciudad ‘castiza’
A orillas del río Manzanares, más de tres millones de personas despiertan cada día en una urbe condenada a ser un referente, obligada a ser distinta, invitada a diseñar el futuro. Madrid consolida su espíritu de ciudad auténtica, única, genuina.
Más de 600 km2 de historia
Dos son las acepciones principales del término "castizo": 'De buen origen y casta' y 'Típico, puro y genuino de un lugar'. Todas ellas vienen a retratar la esencia de la capital de España. La que antaño fuera de Villa de Madrid se presenta hoy día como una urbe "auténtica" y con "casta". Junto al río Manzanares, crece una ciudad que ha sabido renovarse a cada instante, que ha sabido mantener un espíritu genuino, que ha sabido reinventarse día a día. Incluso, hay quien asegura que el visitante encuentra en Madrid un mezcla entre lo viejo y lo nuevo, entre la tradición y la modernidad, entre el pasado y el futuro que no existe en ninguna otra capital. Así es la ciudad "castiza".
Hace 25.000 años…
El asentamiento humano más antiguo del Paleolítico en Europa estaba ubicado en los alrededores de Madrid. De este modo, en un lugar plagado de uros y elefantes, se asentaron las bases de un poblado que dio paso a un castillo que luego se convirtió en villa y más tarde… en una de las principales capitales de Europa.
A pesar de la existencia de asentamientos celtiberos, romanos y visigodos en la zona, Madrid no era más que una pequeña aldea cuando los ejércitos árabes llegaron a la península. Muhammad I, hijo de Abderramán II y emir independiente de Córdoba, ordenó, entre los años 852 y 886, la construcción de la primera edificación del lugar. Se levantó un castillo con sus correspondientes murallas destinado a defender a Toledo de los ataques cristianos. Bajo el nombre de Mayrit o Magerit, este enclave se convirtió en un punto estratégico.
En 1083, Alfonso VI conquistó Madrid y lo incorporó al reino cristiano. Según cuenta la leyenda, el rey encontró una imagen de la virgen junto a un almudín (depósito de trigo). Tras convertir la mezquita en iglesia, el monarca decidió dedicar la iglesia a la Virgen de la Almudena que se convirtió en la patrona de la villa. En 1561, Felipe II instaló su corte en la villa de Madrid, que pasó a ser el centro político de la monarquía. Sin embargo, la ciudad se convirtió definitivamente en capital en el año 1606.
De este modo, se iniciaba la historia de una ciudad que esconde entre sus largas avenidas y sus laberínticas calles un sinfín de leyendas y tesoros. Pasear por las calles de Madrid o visitar sus edificios, sus palacios, sus jardines y sus museos constituye un viaje a través del tiempo que lleva al visitante desde las imponentes iglesias de la Edad media hasta las sofisticadas obras de ingeniería del siglo XXI.
Del medievo al renacimiento
El legado del Madrid árabe y del cristiano medieval se ha visto reducido con el paso de los años. La ampliación dela ciudad y la reconstrucción de algunas edificaciones han contribuido, entre otros factores, a su desaparición. Sin embargo, la urbe esconde todavía algunas pistas de esta época. Algunos restos de la antigua muralla árabe se puede observar en la cuesta de la Vega y, en la calle San Nicolás, la iglesia del mismo nombre que con su torre de estilo mudéjar toledano constituye uno de los pocos monumentos medievales que conserva Madrid.
De la época de paso del gótico al renacimiento también se conservan pocos vestigios. Entre ellos, destaca la capilla del Obispo, construida a principios del siglo XVI por Francisco de Vargas, o el colegio de San Ildefonso, cuyos alumnos han sido los encargados de cantar la lotería nacional desde su instauración en la época de Carlos III.
El secreto de la monumentalidad
El Madrid de los Austrias y el borbónico acaparan los principales monumentos de la ciudad. De estos periodos, destaca la Plaza Mayor, una de las joyas de esta época. Además de albergar viviendas, la plaza fue construida para permitir el desarrollo de actos oficiales, fiestas populares y corridas de toros. Debido a ello, los propietarios de las viviendas estaban obligados a alquilar los balcones durante los festejos.
Junto a la Plaza mayor, se encuentran edificios de gran belleza como el Palacio Real, iniciativa de Felipe V, el primer Borbón de la dinastía; la plaza de Oriente; la puerta del Sol y el parque del Retiro. El Paseo del Prado, que une las fuentes de Cibeles y Neptuno, sigue manteniendo su encanto y señorío que, durante los siglos XVIII y XIX, lo convirtieron en el paseo más elegante de Madrid donde se construyeron importantes mansiones de la nobleza.
La entrada al nuevo siglo
El 4 de abril de 1910, el rey Alfonso XIII inauguró las obras de la Gran Vía. Así, el monarca, con un piqueta de oro, iniciaba simbólicamente un proceso urbanístico revolucionario: la demolición de un conjunto de edificios, siguiendo la moda que en París inició el barón Haussman. La influencia neoyorquina quedó plasmada con la construcción del rascacielos de Telefónica, el primero construido en Madrid y que fue terminado en 1920. La Casa de Campo, uno de los mayores parques de Madrid, cubre alrededor de 1.700 hectáreas de arboledas formada por pinos, encinas y álamos. Concebido inicialmente como un lugar de cacería, el gobierno de la República lo declaró en 1931 patrimonio de la Comunidad de Madrid y abrió sus puertas al público. El recinto, considerado como el pulmón verde la ciudad, incluye el Zoológico y el Parque de atracciones.
Junto al estilo clásico de este conjunto de edificaciones, los últimos años del siglo XX engalanaron a la ciudad con edificaciones en las que el acero, el cristal y el hormigón han sido los materiales protagonistas. Entre ellos se encuentran la torre Picasso, uno de los edificios habitados más altos de Madrid; la Torre España, conocida como el "Pirulí"; la Torre Europa o la Puerta de Europa también llamada torres de KIO.
Foto: Sonia Herrera.
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